lunes, 8 de febrero de 2010

Desarrollo sustentable

[Dedico este trozo al profesor Claudio Meier, quien logró sembrar en mi ser la semilla de la conciencia ambiental y la sustentabilidad. De hecho, los dos primeros puntos de este posteo, corresponden a extractos fieles de los apuntes facilitados por el mismo.]


El mundo en que vivimos

Los problemas ambientales a los cuales se ve enfrentado nuestro planeta surgen por lo insustentable que es el estilo de vida moderno, u occidental, donde se tiene básicamente un crecimiento exponencial de todo. Desgraciadamente, la Tierra es evidentemente finita, con espacio finito, materiales finitos, y energía, bosques, aguas, peces, cultivos, etc. con capacidades de renovación finitas, siempre que se les permita renovarse. Este desbalance entre una población y un consumo en aumento, ante recursos fundamentalmente constantes, causa una presión creciente sobre tales recursos y sobre los sistemas naturales que nos sostienen, generando gran variedad de amenazas ambientales y también de sufrimiento humano.

Nos encontramos hoy en un momento muy interesante de la historia de la humanidad, ya que jamás ha habido tanta gente sobre el planeta, ni se ha consumido tantos recursos. La población mundial alcanzó los 6000 millones de habitantes en el año 2000. Desde 1960 hasta la fecha, ¡se ha doblado la población de la Tierra! (piense bien: en 41 años se acumuló lo mismo que se había logrado desde inicios de la humanidad hasta 1960).

Si bien ya pasamos la tasa de crecimiento máxima (que fue del orden del 2.1 % anual, entre 1962 y 1970), el tamaño de la base (lo que llamaríamos capital si se tratase de una cuenta de ahorro) es tan grande, que la diferencia entre nacimientos y muertes sigue aportando en torno a 77 millones de habitantes más al año, una tasa de crecimiento del orden del 1.24 % anual. En otras palabras, hemos pasado el punto de inflexión: la población sigue creciendo rápidamente, pero al menos lo está haciendo a tasas decrecientes. Otro factor a tomar en cuenta, es que una proporción importante de los 6211 millones de habitantes son jóvenes, que están en, o no han alcanzado aún, sus años fértiles, lo que asegura un crecimiento a futuro. Nótese también que una tasa anual de crecimiento del 2%, que parece baja, implica que se dobla la población cada 35 años.

Lo que queda claro es que el crecimiento de la población se detendrá en el presente siglo. Lo que no sabemos es a qué cifra se llegará (según la ONU, el escenario más probable al año 2050 son nueve mil trescientos millones de habitantes), y si es que la población podrá mantenerse en ese nivel máximo, o sucederá lo mismo que en la Isla de Pascua, con un colapso que implicará la muerte de muchos seres humanos. Esto podría ocurrir si se llegase a superar la capacidad de carga, que se define en general como:

“Número máximo de individuos de una especie que puede mantenerse en un cierto ambiente sin hacer decrecer la capacidad de tal ambiente para seguir manteniendo tal cantidad a futuro”

Para el planeta, sería el número máximo de humanos que pueda sustentar la Tierra indefinidamente (lo que implica que no se haga decrecer su capacidad de regeneración con el tiempo). Esta definición, que proviene de la Ecología, no es fácilmente transferible a seres humanos. Las necesidades de un animal adulto, de una cierta especie, son básicamente las mismas; en cambio, en el caso del hombre, es evidente que son factores culturales los que determinarán cómo un individuo satisfacerá sus necesidades. Por ello, a pesar de lo que digan los amantes de la humanidad (en cuanto a números), no tiene ningún sentido plantear, por ejemplo, que la Tierra puede sustentar 25 mil millones de habitantes. Lo más probable es que ni siquiera pueda soportar los que hay ahora, si viviésemos todos como se vive en EE.UU. o en los países de Europa Occidental. Ahora, si se tuviera un estándar de vida tan bajo como el de la India (algo no deseable, por cierto), queda claro que podríamos ser muchísimos.

El punto queda muy bien descrito en la siguiente cita: “No puedo creer que el principal objetivo de la humanidad sea el establecer, mediante un experimento, cuántos habitantes puede apenas soportar nuestro planeta”.

Las razones esgrimidas para fomentar el crecimiento sin límites de la población son variadas: grupos religiosos fundamentalistas toman las escrituras sagradas al pie de la letra, algunos economistas plantean que no habrá suficiente gente activa para mantener a una población que envejece, militaristas y nacionalistas se lamentan que no habrá suficientes soldados para mandar a la guerra o defender los territorios, la gente en países pobres quiere varios hijos varones para asegurar su vejez, etc.

A pesar de esto, en el mundo occidental hoy en día, poca gente cuestiona la necesidad de controlar el crecimiento de la población. De hecho, ha quedado demostrado una y otra vez que al superar los países un umbral mínimo de ingreso per capita, disminuye bruscamente la natalidad, un fenómeno conocido con el nombre de transición demográfica.

Sin embargo, la enorme mayoría de la gente piensa que no sólo es deseable, sino que además necesario, que siga creciendo la economía, lo cual evidentemente plantea otro tipo de problema, que tiene que ver no con cuántos consuman, sino que con cuánto consume cada uno...

Un niño que nace hoy en un país industrializado consumirá y agregará más polución durante su vida que unos 30 a 50 niños nacidos en países en vías de desarrollo. Esta “huella ecológica” de los más ricos es mucho más profunda que la de los pobres, y en muchos casos excede la capacidad de regeneración de la Tierra.

El consumo en el mundo ha aumentado en más de 100% desde 1970, pero el incremento ha ocurrido principalmente en los países más ricos. Sólo en el siglo XX, la economía mundial (el valor de todos los bienes y servicios producidos) creció 17 veces (4.4 veces per capita). El crecimiento económico entre 1995 y 1998 excedió TODO el crecimiento previo a 1900. El del año 1997 excedió el del siglo XVII.

De hecho, desde 1950 a la fecha, a nivel mundial:

- el consumo per capita de cobre, energía, carne, acero, madera se ha multiplicado aproximadamente x2
- el número de autos y el consumo de cemento per capita x4
- el consumo de aluminio per capita x7
- la distancia volada per capita x33

Sin embargo, este enorme incremento en la producción de bienes de consumo no ha beneficiado en forma pareja a todos los habitantes del planeta. De hecho, jamás ha habido tanta gente pasando hambre (en cifras absolutas) como hoy [ver publicación La repartija en este mismo blog. Muchos de los “avances” de los que gozan los consumidores (el quinto más rico de la humanidad), como el hecho de tener casi un auto por adulto, los bienes desechables, el poder comer carne a diario, etc. son realmente insustentables en el largo plazo, aunque no se incrementasen sus números. Si se plantea que los más pobres deben mejorar su estándar de vida, de manera de llegar a vivir mejor, la cosa se complica desde el punto de vista ambiental, aunque lo anterior sea ineludible desde una perspectiva ética.

Los países más ricos del mundo tienen un 20% de la población mundial, y consumen el 90% de todos los recursos, mientras que el 20% más pobre de los habitantes debe subsistir con sólo el 2% de los recursos. Un niño que nace hoy en un país industrializado consumirá y agregará más polución durante su vida que unos 30 a 50 niños nacidos en países en vías de desarrollo. Esta "huella ecológica” de los más ricos es mucho más profunda que la de los pobres, y en muchos casos excede la capacidad de regeneración de la Tierra.

No hay duda el crecimiento económico nos ha permitido (a algunos) vivir más y mejor, pero también es cierto que por sobre un cierto umbral, la relación entre riqueza y calidad de vida deja de tener sentido (felicidad, necesidades, satisfactores de las necesidades). La pregunta obvia es: ¿qué tanto necesitamos para llegar a ser felices? o más bien, ¿con cuánto nos basta?

Tres conceptos fundamentales

Los ambientalistas son personas, que han cambiado su visión de mundo a través de una apreciación de un enfoque global, serio, y holístico, de los problemas del ambiente.

Pueden reconocerse diferentes tendencias, entre ellas:

- Conservacionismo: Uso, manejo, y protección de los recursos de manera que estos sean disponibles en forma sustentable para las generaciones presentes y futuras. Manejo de los recursos según el principio del uso múltiple. Es el enfoque más utilitario, que predica gestionar la naturaleza para el beneficio del hombre.

- Preservacionismo: Plantea limitar el uso humano de algunos recursos importantes, como áreas de zonas silvestres, estuarios, humedales, etc… Pretende proteger estos recursos de las actividades humanas y del "desarrollo", con excepción de la recreación no destructiva, la educación, y la investigación.

- Ecologismo profundo: Propone que la naturaleza existe para todas las especies vivas, no sólo para el hombre. Los humanos no somos más importantes que cualquiera de las demás especies; somos parte de la naturaleza, no conquistadores de ella. Es el enfoque más espiritual, que predica el biocentrismo en vez del antropocentrismo, y considera la destrucción del ambiente como pecado contra la creación.

Mi postura política socio-ambiental

Yo estoy por un conservacionismo+preservacionismo, según las definiciones que adjunté más arriba. Estoy por un desarrollo sustentable, pero además, por la preservación de la naturaleza intacta en ciertas zonas delimitadas.

También creo que jamás deben desatenderse las externalidades negativas que provocan los impactos ambientales. Sombre todo en materia social, de hecho, hoy se habla de problemas socio-ambientales al referirse a los anteriormente llamados problemas ambientales.

De la contingencia ambiental del Chile actual

El problema que vivimos en el Chile de hoy, según mi humilde opinión, es que no logramos asimilar el concepto de desarrollo sustentable. Por ejemplo, las centrales hidroeléctricas que se han propuesto construir en nuestra Patagonia son del "tipo" de las que se dejaron de construir en los años '40 en USA (lo digo con conocimiento de causa, of course). No niego que necesitamos más energía, pero también tenemos que proteger nuestro medio, nuestro ambiente. A mi juicio, y tomo mi opinión de un doctor especialista en ambiente, se necesitan proyectos ambientalmente más amigables... y profundos estudios de impacto ambiental (de calidad).

En resumen, para "sanear" la cosa hay que meterle más lucas (para estudios y propuestas), creo yo y es una humilde opinión semi-ignorante, lucas en beneficio de nuestro entorno, de nosotros. Todo, acompañado de santuarios de la naturaleza que se preserven intactos, que permitan conservar lo nuestro sin intervenciones. Éstas son sólo opiniones, hacen falta estudios de calidad en el tema, hace falta menos egoísmo y más lucas (más solidaridad, más amor)... que, a las finales, son lo que siempre hace falta. Lamentablemente, para los que toman decisiones la cosa siempre tiende a inclinarse por "más lucas hoy" en el bolsillo, que "más lucas mañana" en el bolsillo y/o en el corazón.

Hay quienes defienden la idea de priorizar las necesidades de primera/segunda generación, por sobre las de segunda/tercera... lo respeto, es una decisión complicada, dolorosa.

Hay quienes exigen consecuencia a los ambientalistas (ecologistas-profundos), demanda que comparto...

A mí modo de ver es necesario abrir un diálogo amplio, donde estemos dispuestos a transar y a dejar el egoísmo de lado, a exponer ideas, a escucharnos unos a otros... a poner en la balanza y decidir juntos. Si vivimos en democracia, hemos de ser capaces de practicarla.

Entonces lo repito para no olvidarlo: La clave está en menos egoísmo y más corazón.


Carla.

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