martes, 26 de enero de 2010

Mi gran dilema moral

[Este blog es un espacio mío... lo siento como un papel que me escucha. Y esta es una nota mal-escrita con el corazón.]

Tengo mil defectos y muchas menos virtudes. Entre los tantos defectos que tengo noto que soy inconcebiblemente exagerada... por lo mismo adoro el realismo mágico de García Márquez y mi pesimismo sobrepasa los límites. Y es que todo lo mido con una enorme vara, una infinita. A lado de mi referencia nada es bueno... y es cierto que se puede mejorar siempre, pero lo mío es más que eso, es algo que me amarga la vida. Y esa amargura de no estar nunca conforme, nunca satisfecha, es un peso con el que lucho cada día. Y lucho de veras, aprendo y desaprendo a medirme, a aceptar, a valorar, a esperar... en una eterna bipolaridad que me consume.

Soy una mujer fuerte, y luchadora y soñadora. Dedico gran parte de mi vida al arte-deporte de pensar (ése pensar "filosófico"), y pienso y pienso y pienso. Me encanta escribir, pero no escribir por escribir, sino escribir por expresarme; lo que me encanta en realidad es expresarme. Y en esa necesidad ardiente de decir lo que pienso, hoy escribo y confieso el dilema moral que me devora las entrañas.

Quién me ha leído, entrelíneas ha husmeado en mis ideales, en esos sueños que la vida me regaló. Con esos ideales en la retina me esfuerzo por conciliar el sueño, y no puedo. Y me turbo, y así se me pasa la vida.

El recuerdo de Jesús, Gandhi, el Che, el padre Hurtado, y Felipe Berríos... hombres que vivieron (y murieron) por sus ideales, que lo dejaron todo por amor, me atormenta todos los días de mi vida y me reclaman consecuencia. Hablo de una consecuencia de verdad, una medida con mi vara... una que me lo exige todo.

Y decidí dejarlo todo, optar por consecuencia. Olvidar la cobardía, soltar las amarras, los convencionalismos, los sueños mal-soñados de otros, los seguros de vida... No más egoísmo, es tiempo de amar de verdad.

Adjunto un poema escrito y "publicado" por un amigo, Marco Ñanculeo. No hace falta agregar nada más.


Carla.


Hoy es tan grande mi dolor, Marco Ñanculeo.

Hoy es tan grande mi dolor
y esta culpa, una suma que no cesa de expandirse;
por tanta humanidad abortada
por tantos gestos, miradas, abrazos y silencios no cursados.

Hoy comparto la pena de César Vallejos, de Pablo de Rokha, de ser indio americano
de aquel viejecillo, hermano mío, que terminó viviendo en la i n – t e r p e r i e
bajo los balcones de hombres y niñas que sueñan con Paris y DiCaprio.

Hoy no tengo preguntas, solo vergüenzas;
de amanecer sobre una cama esperando que mi cántaro se colme de luz
de caminar por calles y esquinas evitando el roce y la mirada de los otros
de bajar y subir a no se que sitio
de escalar hacia no se que raíz
de converger a lo privado
de planificar mis panes, mis citas, mis piadosas sesiones de evangelio
de ocupar un lugar para que otro se limite
de soñar aberraciones, mientras otros cuentan sus pobrezas
de huir de tantas, propias y ajenas, miserias
de posar la mirada en las ideas, las políticas, en las revueltas partidarias,
en una que otra mujer, en las apuestas.

Me pone triste saber que debo coexistir con odios y misiles
con hombres que calculan y persiguen con radares
con policías y prisiones
con canciones censuradas
con pueblos usurpados
con mujeres agredidas
con niños Haitianos, Pehuenches y Afganos.

Pero lo que más duele es
constatar que resulta difícil zafarse de esta inercia
caminar y ver sólo hasta más acá de las propias fronteras
pasar de largo este segundo que reclama urgente la paz desde tus ojos
sacar del centro al mendigo, a un niño, al mismísimo Cristo
afanarse en miserables vocaciones
sin descubrir jamás que sólo son geométricas alegorías de la muerte.

1 comentario:

Unknown dijo...

Tengo un problema. Hablamos y hablamos... luego pensamos otro poco... comemos papas fritas... damos un paseo a la playa, reflexionamos la vida... nos vamos a dormir. Ya nos hemos puesto expertos en describir el problema; incluso el otro día lo pusiste en facebook citando a Wallace Shawn:

"La vida que he llevado es irremediablemente injusta. No tiene justificación. Mi simpatía por los pobres no cambia su vida. [...] No soy mejor que nadie, y no merezco más de lo que ellos tienen. Tener más que otros es simplemente una elección que hago. [...] He luchado por tener lo que tengo, pero he luchado contra otros; contra los pobres. Podría estar de su lado, pero elijo no estarlo... a sus ojos, soy igual que todos los que no hacen nada por ellos."

La reflexión es excelente, precisa, sincera hasta los callos. But nothing ever changes.

Carla, terminemos con urgencia de desatar los cabos que nos atan a este puerto seguro (pregrado, posgrado, cargos, etc.) y nos vamos a la cresta... ¿tu me entiendes cierto?

Te amo. Junto con Dios eres lo único completo en mi vida amor mío.

Marcelo.