lunes, 4 de enero de 2010

El Chile que soñamos vs. el Chile que soñaremos

Hace veinticinco años el Chile que soñábamos era un Chile libre, un Chile democrático, un Chile justo.

[Sí, podría haber partido de hace más tiempo mencionando, qué se yo, la independencia, el derecho a voto universal... decidí partir por algo de lo que pueda dar testimonio.]

Hace quince años soñábamos un Chile global, abierto al mundo, y con una mejor justicia. Hace cinco, luchábamos por una reforma previsional, mayor protección social y derogar la famosa LOCE para empezar a conversar respecto de la mejora en el acceso a la educación y en la calidad de la misma.

Hoy, años después, el Chile que soñamos no es el mismo. Hoy soñamos mejorar. Somos libres, pero no lo suficiente. Todavía en Chile, ad portas del bicentenario, los homosexuales y las lesbianas son discriminados... ¡ni siquiera se pueden casar! Todavía los grandes "monarcas" parlamentarios creen que tienen el derecho divino de decidir acerca de la sexualidad de la gente. Aún la píldora del día después no se distribuye igualitariamente y a destajo... aún no legalizamos el aborto, ni siquiera el aborto terapéutico.

Y me detengo para enfatizar que soy cristiana, pero que no pretendo imponer mi religión y mis credos a medio mundo. Independientemente de mis creencias y posturas personales, creo que los demás tienen derecho a creer (en el sentido religioso) lo que quieran. Eso es lo que muchos no entienden, no entienden que la libertad de uno termina donde comienza la del otro. El problema crece cuando quienes no entienden esto son, justamente, quienes toman decisiones.

Hay cosas peores, sin duda... la educación pública es un asco, la mayoría de los profesores exige, pero entrega poco y no está dispuesta a someterse a evaluaciones. Para qué referirse a la brecha existente entre los ricos y pobres en nuestra patria; horrible, lo que da cuenta del egoísmo permanente de la humanidad. La salud pública es avergonzante... con el auge ha mejorado un poco, pero el monopolio farmacéutico y las desigualdades no nos permiten avanzar. Ni hablar de las cifras de desempleo y del creciente aumento en la delincuencia. La cultura, entiéndanse libros y cd por ejemplo, son excesivamente caros, mientras que los vicios, como el tabaco y el alcohol, no son justamente "castigados". El sistema es hostil para con las pymes que reportan la mayor cantidad de empleos a nuestra gente. Irónicamente, no hemos legalizado la marihuana que es, a todas luces, un alucinógeno menos dañino que el cigarrillo. ¡En Chile todavía la mujer gana menos que el hombre por el mismo trabajo!

Y esto no se trata de convertir a todos al socialismo. En Canadá y en la mayoría de los países desarrollados de Europa, la salud y la educación públicas son de lujo, y son prácticamente gratuitas. Son socialistas, sí, pero lo son porque la salud y la educación son derechos básicos... para qué hablar del agua, la energía, etc. Y en dichos países el gobierno no se opone a estos "servicios socialistas", porque el pueblo los considera justos independientemente de la tendencia política, los considera un derecho de todos, no de los pocos que tienen plata y suerte. El carácter socialista de estos derechos no se cuestiona por ninguna tendencia, no es un tema a discusión, es una cuetión de principios globales.

Y Chile está en pleno camino al desarrollo, no hay que olvidarlo. Esperemos que se vea mayoritariamente influenciado por Canadá y Europa, más que por los capitalistas estadounidenses que no tiene corazón y que sienten por el bolsillo.

Y yo, en particular, deseo para el Chile de veinticinco años más la nacionalización del cobre, del agua y de la energía eléctrica... y la inscripción automática y el voto voluntario. Y que a los profes les paguen mejor, y que les exijan más... y que sean efectivamente mejores, que su profesión sea valorada.

En el Chile que soñamos para veinticinco años más todos se pelearán por matricular a sus hijos en las escuelas fiscales y atenderse en los hospitales públicos, y ese día el agua será de todos y las elecciones se ganarán por mayoría, y los vicios serán más caros y las necesidades más saciables.

Ahora con convicción (para darle impulso a la cosa, digo yo). El Chile de veinticinco años más será un Chile desarrollador de tecnologías, un chile generador de conocimiento, un Chile tecnológico, un Chile menos burocrático. Un Chile manufacturero y no un exportador de materias primas. El Chile de veinticinco años más será un Chile desarrollado.

En fin, esto no pretende transformarse en una crítica al país actual ni en una enumeración de sueños (porque soñar no cuesta nada, ¿no?)... lo que pretendo es transmitir que, en veinticinco años más, los sueños de hoy ya no los que soñemos mañana... parece natural decir esto, casi obvio, pero no lo es, no del todo. Intentemos imaginar con los pies en la tierra cómo será el Chile que soñaremos en veinte o veinticinco años más.

Y me atrevo a aventurar un par de cosas. Creo que, para entonces, el Chile que soñaremos será un Chile más limpio (entiéndase menos contaminado), más sustentable, más ecológicamente responsable, con mayor biodiversidad... un Chile más energéticamente potente, un Chile menos discriminador (a una escala refinada).

Y si la mayoría somos capaces al menos de evocar un Chile que soñaremos en veinticinco años, y lo evocamos más ecológicamente responsable, con menos delincuencia, ¿por qué cresta seguimos construyendo centrales como las que construían en los países desarrollados en los años 40'? Seguimos construyendo cárceles, y estacionamientos subterráneos en las ciudades...y en Europa siguen cerrando cárceles y craneando soluciones para descontaminar/descongestionar las grandes ciudades (peajes, elevados "parquímetros", combustibles carísimos respecto a pasajes de locomoción colectiva).

Hace más de quince años una profesora me enseñó la importancia de estudiar la historia -Estudiamos historia para no volver a cometer los errores del pasado-. Sin embargo, hoy me parece que no lo practicamos.

Y se me vienen a la memoria las palabras de Bolívar -¡Déjennos (a los latinoamericanos) vivir nuestra Edad Media tranquilos, carajo!-. Ante lo que aclaro: mi crítica no es a mi Chile actual por no ser desarrollado; es a los incompetentes egoístas que no son capaces de proyectarse y que privatizaron el agua y la educación, privatización que dentro de diez años (¡tengo fe!) querremos liquidar.

Cuando tomemos decisiones, proyectémonos, por favor. Sentémonos a pensar en las condiciones de hoy y las del mañana. Cotejemos lo que es factible hoy con lo que será plausible mañana. Y, por favor, dejémos nuestro egoísmo de lado y pensemos en los demás... pensemos en los más débiles, los más humildes, los más necesitados, en las futuras generaciones.

Adelante, con todas las fuerzas de la historia.


Carla, la socialista, la visionaria, la ecológicamente comprometida.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola,

Yo amo mucho a mi Chile. Estoy orgulloso de muchas cosas que se hacen bien, con buen espíritu. Estoy orgulloso de lo que, como pueblo, hemos logrado; agradezco a Dios por ser parte de él. También me da gusto que gocemos de cierta estabilidad o madurez. Sin escupir al cielo lo digo: pienso que es difícil que el país vuelva a ser secuestrado por una ideología o coalición en particular.

"Dicen" hoy que estamos 20 años detrás del desarrollo; me siento compelido a poner mi corazón en atacar al menos alguno de los problemas que nos separan de la meta, no de Europa, sino de la Copia Feliz del Edén.

Sistema Binominal, LOCE, Cobre, Pueblos Originarios, Concentración de la Riqueza, Centralismo, Burocracia, Machismo...

¿Cuál va a ser el tuyo Pepa? :o)

Nuevamente: tratemos de mantener los ojos abiertos, hagamos nuestra parte en este asunto, gastemos las vida en ello.

Marcelo.

Carla Coronado dijo...

"La copia feliz del Edén"...suena lindo...¡se viene! A trabajar entonces, Marce querido.