domingo, 3 de enero de 2010

Del amor y otros milagros

[El título es un nanohomenaje a García Márquez, mi escritor favorito.]


[Este trozo se refiere al amor de pareja. Podría decirse que me referiero al amor (te amo) y no al cariño (te quiero). Notar que en inglés es una sola palabra: love.]

Encontrar a tu compañer@, amarl@, casarte. Difícil. Acá desvaríos, nada más que desvaríos atingentes al tema.

Puede ser que te enamores de una persona ideal y que cumple todas, todas-todas tus expectativas. Genial. También puede ser que eso no se dé. En ese caso, ¿esperar porque Dios tiene a alguien ideal para ti, tu media naranja perfecta?

Una sabia amiga dijo una vez a alguien cercano -Dios no te pondrá en una situación tan difícil. Él no te pide que reconozcas en todo el universo a la única persona designada para ti-.

Y está lo que dijo Felipe Berríos alguna vez -Atrévanse a hacer realidad a esa persona ideal que siempre soñaron. Aterricen ese ideal que no existe y que continúan buscando. Háganlo realidad, atrévanse a aceptarlo con sus defectos y virtudes-.

Con todo, lo más sensato me parece creer que, en efecto, Dios no tiene una única persona ideal para mí en algún lugar del universo, que han de existir varias alternativas. A lo mejor me equivoco, claro está.

Yo soy de las que no creían en relaciones. Jamás encontraría el hombre ideal del cual creía que me enamoraría. Para ser franca yo esperaba un Che-Guevara, un Miguel Enriquez. No encontré a ese que buscaba, pero fui bendecida con uno mejor (y sí, en particular, estoy enamorada). Uno para quien el amor, el amor verdadero por todo y por todos es lo primero en la vida. Uno justo, uno sabio, uno consecuente. Mi hombre es un idealista. No es un extrovertido y pomposo orador... pero su corazón es un pacifista, un justiciero. Sus huesos no son rojos, y no es fiel a una mera convicción, como a veces tiendo a serlo. Es un hombre que lucha por lo que está más al fondo, y en el fondo de todos los ideales que tiene y que tengo está el amor...

Y me atreví. Me atreví a no encontrar eso que pensé que no buscaba porque no existía. Me atreví a aceptar ese ideal que no existía y hacerlo real. No es fácil. Nadie es perfecto, ni él, ni yo. Pero, en medio de todo, estamos nosotros... que nos amamos, que seguimos a Jesús. Y sí, es difícil adaptarse, aceptarse. Es difícil enfrentar cuando ese enamoramiento que enciende las extrañas evoluciona a algo diferente... y ese enamoramiento-apasionadamente-loco dura poco, contra nuestra voluntad. A nosotros nos costó, y más porque nuestras culturas familiares son tan diferentes, sin embargo, como si fuese una fantasía hecha realidad, lo logramos... porque cuando hay un mero problema recordamos, por sobretodo, cuánto nos amamos.

Lo que sí creo es que, para casarse, hay que enamorarse. No me refiero a eso loco del principio. Me refiero a decidir amar, enamorarse es decidir amar y asumir la realidad. Yo misma conozco un par de personas que están casadas y se aman infinitamente. No me parece que al principio, cuando recién se conocieron, hubiesen estado enamorados hasta "los pies", pero sí me parece que hubo una decisión de por medio, ¡y resultó de lujo!

El problema es cuando ya estás enamorado, enamoradísimo. Y tomas la decisión y te casas pensando, como yo, que nadie en el mundo puede ser más perfecto para mí que Marcelo. Y construyes. Y luego aparece alguien más. Otro mejor, otro más ideal... pues en ese caso creo que hay que parar dos segundos a pensar. El enamoramiento es pasajero, el amor se demuestra con el tiempo. Yo no tomaría decisiones apresuradas por sentirme enamorada... es pasajero, hay que recordar.

El dilema anterior es mucho más grande cuando no te has enamorado nunca, ¿acaso por un infortunio de la vida uno está condenado a no amar verdaderamente nunca? Me explico. Te casaste con alguien que te gustaba sobremanera y decidiste amar... o sea, nunca te enamoraste y luego aparece la persona "ideal", una mucho más perfecta para ti que tu elección anterior...

Y también está el dilema de cuánto esperar a "alguien". Situándonos en mi mundo, un mundo de cristianos (entiéndase abstinentes). ¡Para qué estamos con cosas! Siempre es mejor entregarse, amarse, más joven. Bueno, pero esto es "vanidad" al lado de lo relevante de la decisión, ¿no?

A veces pienso que Dios nos bendice a todos de maneras distintas en esta "lotería" de la vida. A algunos da mayor inteligencia, a otros ternura, a algunos enfermedades, a otros dinero, o bien logros, a veces tristezas. Puede ser que a algunos les toquen mejores amores que otros, ¡no podemos ser tan afortunados/desafortunados todos!, ¿no?

No creo que necesariamente haya que estar enamorado para iniciar relaciones. Ni creo que haya que iniciar relaciones solamente con personas que cumplan requisitos para ser tu compañer@ de vida. Lo que creo es que al establecer relaciones se conocen personas. A lo mejor no te tocó enamorarte como loco al principio, quién sabe.

Yo creo que Dios nos habla. Yo creo que Dios está en nuestros corazones. Él, si se lo pides, te guía. A lo mejor no nos toca a todos el premio en "la lotería del amor", pero siempre quiere lo mejor para nosotros. Hay compañeros para todos, creo yo. No los ideales, los que estamos dispuestos a hacer realidad.

Bueno, al final de todo creo que tengo claras tres cosas:

1.- No hay personas ideales, hay personas reales.
2.- Para casarse, hay que casarse enamorado (a primera vista o por decisión, who cares).
3.- Decir te amo y demostrarlo me tomará toda una vida.

Raya para la suma. Soy una suertuda, una afortunada, una bendecida. Ya no busco más, como dice Marcelo. Ahora, desde hace cuatro años, construyo.

Me tocó "la lotería del amor a favor". Entonces, no es suerte, es bendición.


Yo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Escribes tan bonito... se nota que te gusta mucho... y más encima escribes de eso que yo no sabría por dónde comenzar (que es nuestro amor). A veces no lo puedo entender y sólo lo siento calentito como es; otras veces adquiere un sentido claro y más lógico que cualquier otra teoría en el mundo.

No necesito milagros para amarte Carla, pero de todas maneras me une a ti algo que está fuera de mi alcance desatar.

Besos, besos nuevos, de entre todos los que nos quedan para no desperdiciar.

Ma!