sábado, 30 de enero de 2010

Tres preguntas

[Tres preguntas y tres respuestas sinceras al pasar...]


Lo que me anima/motiva diariamente
- los pequeños gestos de amor (que entrego y me entregan) [...las relaciones son lo que de verdad importa...]
- el propósito de mi vida (deseo cumplir con el sueño primero planeado para mí en el principio)
- la seguridad del amor de Marcelo, principalmente, y de mi familia, y de los amigos verdaderos (amor eterno, apoyo incondicional)

El objetivo de mi vida
- consecuencia (admirar a Cristo y caminar diariamente para ser como él)
- cumplir mi propósito, lo que implica descubrir mis dones... creo que va por amor manifestado en justicia social/mejoramiento de la calidad de vida de las personas e involucra que mis ojos vean/asirme de visión, experiencia, a través de conocer muchos lugares/personas/culturas (lo último constituye un doble objetivo; parte del propósito, sueño personal)
- (Marce:) disfrutar cada momento [...las relaciones son lo que de verdad importa...]

Lo que no me he atrevido a hacer
- dejarlo todo por mis sueños/ideales... por consecuencia (desprenderme de mis posesiones, pensamientos egoístas, postergarme)
- conocer/recorrer personas/lugares (arriesgarme por esto)


Carla, enero 2010.

martes, 26 de enero de 2010

Mi gran dilema moral

[Este blog es un espacio mío... lo siento como un papel que me escucha. Y esta es una nota mal-escrita con el corazón.]

Tengo mil defectos y muchas menos virtudes. Entre los tantos defectos que tengo noto que soy inconcebiblemente exagerada... por lo mismo adoro el realismo mágico de García Márquez y mi pesimismo sobrepasa los límites. Y es que todo lo mido con una enorme vara, una infinita. A lado de mi referencia nada es bueno... y es cierto que se puede mejorar siempre, pero lo mío es más que eso, es algo que me amarga la vida. Y esa amargura de no estar nunca conforme, nunca satisfecha, es un peso con el que lucho cada día. Y lucho de veras, aprendo y desaprendo a medirme, a aceptar, a valorar, a esperar... en una eterna bipolaridad que me consume.

Soy una mujer fuerte, y luchadora y soñadora. Dedico gran parte de mi vida al arte-deporte de pensar (ése pensar "filosófico"), y pienso y pienso y pienso. Me encanta escribir, pero no escribir por escribir, sino escribir por expresarme; lo que me encanta en realidad es expresarme. Y en esa necesidad ardiente de decir lo que pienso, hoy escribo y confieso el dilema moral que me devora las entrañas.

Quién me ha leído, entrelíneas ha husmeado en mis ideales, en esos sueños que la vida me regaló. Con esos ideales en la retina me esfuerzo por conciliar el sueño, y no puedo. Y me turbo, y así se me pasa la vida.

El recuerdo de Jesús, Gandhi, el Che, el padre Hurtado, y Felipe Berríos... hombres que vivieron (y murieron) por sus ideales, que lo dejaron todo por amor, me atormenta todos los días de mi vida y me reclaman consecuencia. Hablo de una consecuencia de verdad, una medida con mi vara... una que me lo exige todo.

Y decidí dejarlo todo, optar por consecuencia. Olvidar la cobardía, soltar las amarras, los convencionalismos, los sueños mal-soñados de otros, los seguros de vida... No más egoísmo, es tiempo de amar de verdad.

Adjunto un poema escrito y "publicado" por un amigo, Marco Ñanculeo. No hace falta agregar nada más.


Carla.


Hoy es tan grande mi dolor, Marco Ñanculeo.

Hoy es tan grande mi dolor
y esta culpa, una suma que no cesa de expandirse;
por tanta humanidad abortada
por tantos gestos, miradas, abrazos y silencios no cursados.

Hoy comparto la pena de César Vallejos, de Pablo de Rokha, de ser indio americano
de aquel viejecillo, hermano mío, que terminó viviendo en la i n – t e r p e r i e
bajo los balcones de hombres y niñas que sueñan con Paris y DiCaprio.

Hoy no tengo preguntas, solo vergüenzas;
de amanecer sobre una cama esperando que mi cántaro se colme de luz
de caminar por calles y esquinas evitando el roce y la mirada de los otros
de bajar y subir a no se que sitio
de escalar hacia no se que raíz
de converger a lo privado
de planificar mis panes, mis citas, mis piadosas sesiones de evangelio
de ocupar un lugar para que otro se limite
de soñar aberraciones, mientras otros cuentan sus pobrezas
de huir de tantas, propias y ajenas, miserias
de posar la mirada en las ideas, las políticas, en las revueltas partidarias,
en una que otra mujer, en las apuestas.

Me pone triste saber que debo coexistir con odios y misiles
con hombres que calculan y persiguen con radares
con policías y prisiones
con canciones censuradas
con pueblos usurpados
con mujeres agredidas
con niños Haitianos, Pehuenches y Afganos.

Pero lo que más duele es
constatar que resulta difícil zafarse de esta inercia
caminar y ver sólo hasta más acá de las propias fronteras
pasar de largo este segundo que reclama urgente la paz desde tus ojos
sacar del centro al mendigo, a un niño, al mismísimo Cristo
afanarse en miserables vocaciones
sin descubrir jamás que sólo son geométricas alegorías de la muerte.

jueves, 7 de enero de 2010

Mi Dios

[Nada más que pensamientos... en bruto.]

Mi Dios es un dios de amor, está lejos de ser un Dios airado y castigador. Mi Dios se hizo hombre hace mucho y vino a mostrarse a través del rostro de Jesús. Mi Dios no "pagó mi precio", porque él no buscaba pagas, no estaba sediento de sangre ni mucho menos, mi Dios se entregó por amor, por amor a mí, para que por fin lo conociera de verdad y supiera que ni aún en las peores Él me abandonaría, para mostrarme que es más poderoso que todo y que todos, incluso más poderoso que la muerte, que para nosotros es infranqueable.

Mi Dios me enseñó a temerle lo que, lejos de significar miedo, significa respeto. No quiere castigarme, quiere amarme y educarme, le interesa que yo crezca, que me supere, y que cumpla con mi propósito en esta enorme obra de amor que no entiendo aún que fin tiene.

Mi Dios no es un dios terrorista, es un Dios de amor. No creo en él por miedo a un castigo eterno ni a cambio de un premio deseado; creo porque me ama y porque me lo demuestra.

Dios no es un dios de imagen de padre autoritario y castigador, mi Dios en un padre que enseña, que enseña con amor. Mi Dios implica disciplina, que en su más puro significado se refiere a enseñar desde el ejemplo, desde el ejemplo de Jesús.

Mi Dios no es un dios discriminador, es un dios inclusivo, es un dios para todos. Mi Dios no puso a algunos sobre otros, nos hizo a todos iguales, ninguno es menos que otro.

Mi Dios no es autoritario, nos regaló la libre elección. No es egoísta, es para todos...

Mi Dios vino a mí a través de Jesús, y se mostró en su rostro invitándome a seguirle, no a "aceptarle". Mi Dios no pretende obligarme a creer en Él por miedo; me invitó a seguirle con amor.

Nunca acepté mi condición de pecadora infame, ni me reivindiqué por "mi condenación eterna"... yo simplemente supe que muchas cosas que hacía estaban mal, y decidí seguir la doctrina de Cristo, la doctrina del amor. Y Dios me mostró su amor y yo lo reconocí en él... no le conocía, pero Él me invitó a establecer una relación... -En el camino vemos, tú sólo sígueme...-, sentí que me dijo.

Y así ha sido, desde el momento en que decidí seguirle mi vida cambió... porque ahora me mueve el amor, el amor a Él, y a todo y a todos...y sé que estoy en lo correcto. Cada día lo conozco más, y cada día me sorprende más. Y hay mil cosas que todavía no comprendo... pero que Dios me enseñará en el camino; porque mi Dios me recibe con todas mis interrogantes y jamás se enoja a causa de mis dudas.

Yo no soy de los que creyó por miedo, miedo al infierno ni por deseos de vivir por siempre. La vida eterna es un misterio para mí, Dios no me ha contado nada de ella por ahora [respecto al tema siento que me dijo "de nada sirve preocuparse", ver la parábola] ...y no me importa, porque al vivir con amor está todo saldado... y los que dejan huella, viven por siempre.

Yo creo en un Dios de amor, un Dios del que no puedo hablar demasiado, porque me falta mucho por conocer. Un Dios que siempre está conmigo, que me apoya, que me orienta. No me abandona, siempre está.

Y el camino de Cristo, el camino del amor, no es fácil... difícil dejar el egoísmo, dejarse uno de lado y pensar en lo más conveniente para los demás y para todos. Y me equivoco, me equivoco tanto que la imagen de Cristo queda por el suelo. Pero a Él no le importa, a pesar de que me haya equivocado para con los suyos y para con su creación, a pesar de que haya dañado... y me arrepiento, y deseo no haberlo hecho, y me recibe y me ama nuevamente y para siempre... como si nada hubiese pasado nunca, porque mi Dios es un dios de amor; Él perdona y olvida.

Mi Dios es amor, y en la perfección del amor es justo, verdadero, es justicia, es igualdad...

Mi Dios me regaló grandes regalos, me regaló vida, me regaló la capacidad de elegir y discernir (libre albedrío), y me regaló su amor.

Mi Todopoderoso es el Dios único, el real. Me invitó a ser parte de su obra con amor y acepté, y hoy estoy a la espera del propósito que concibió para mí en el principio. Un propósito que si lo busco, sin duda lo encontraré, porque mi Dios no se esconde.

Mi Dios es un Dios justo, uno que desea lo mejor para su pueblo, uno que reparte bien, y que obra con justicia.

Mi Dios es un Dios que vino a este mundo, que se hizo debilidad humana y que nos mostró el camino, un camino de práctica (no teoría), un camino en el que lo que importa son las personas. Mi Dios hace su obra aquí, en el mundo real; aquí y ahora.

Yo no soy de los elegidos, soy igual que todos... porque Dios nos amó, nos ama y nos amará a todos de igual manera.

A mi Dios le hablo, y Él me escucha. Le pido que me aconseje y lo hace. No siempre sus caminos son los míos, pero estoy dispuesta a oír su voz y a obedecerle, porque siempre sus planes son mejores que los míos.

No soy una gran persona (estoy lejos de eso!) pero todos los días me despierto intentando (con todo el corazón) ser mejor que ayer, con ganas de acercarme más a Cristo, con ganas de ser más consecuente, más solidaria, menos orgullosa, más humilde. Por eso me siento cristiana, porque sin ser mejor que nadie intento superarme todos los días y vivir según la doctrina del amor.

Y Dios me acompaña, me acompaña todos lo días de mi vida.


Yo, la que intenta seguir a Jesús...

lunes, 4 de enero de 2010

El Chile que soñamos vs. el Chile que soñaremos

Hace veinticinco años el Chile que soñábamos era un Chile libre, un Chile democrático, un Chile justo.

[Sí, podría haber partido de hace más tiempo mencionando, qué se yo, la independencia, el derecho a voto universal... decidí partir por algo de lo que pueda dar testimonio.]

Hace quince años soñábamos un Chile global, abierto al mundo, y con una mejor justicia. Hace cinco, luchábamos por una reforma previsional, mayor protección social y derogar la famosa LOCE para empezar a conversar respecto de la mejora en el acceso a la educación y en la calidad de la misma.

Hoy, años después, el Chile que soñamos no es el mismo. Hoy soñamos mejorar. Somos libres, pero no lo suficiente. Todavía en Chile, ad portas del bicentenario, los homosexuales y las lesbianas son discriminados... ¡ni siquiera se pueden casar! Todavía los grandes "monarcas" parlamentarios creen que tienen el derecho divino de decidir acerca de la sexualidad de la gente. Aún la píldora del día después no se distribuye igualitariamente y a destajo... aún no legalizamos el aborto, ni siquiera el aborto terapéutico.

Y me detengo para enfatizar que soy cristiana, pero que no pretendo imponer mi religión y mis credos a medio mundo. Independientemente de mis creencias y posturas personales, creo que los demás tienen derecho a creer (en el sentido religioso) lo que quieran. Eso es lo que muchos no entienden, no entienden que la libertad de uno termina donde comienza la del otro. El problema crece cuando quienes no entienden esto son, justamente, quienes toman decisiones.

Hay cosas peores, sin duda... la educación pública es un asco, la mayoría de los profesores exige, pero entrega poco y no está dispuesta a someterse a evaluaciones. Para qué referirse a la brecha existente entre los ricos y pobres en nuestra patria; horrible, lo que da cuenta del egoísmo permanente de la humanidad. La salud pública es avergonzante... con el auge ha mejorado un poco, pero el monopolio farmacéutico y las desigualdades no nos permiten avanzar. Ni hablar de las cifras de desempleo y del creciente aumento en la delincuencia. La cultura, entiéndanse libros y cd por ejemplo, son excesivamente caros, mientras que los vicios, como el tabaco y el alcohol, no son justamente "castigados". El sistema es hostil para con las pymes que reportan la mayor cantidad de empleos a nuestra gente. Irónicamente, no hemos legalizado la marihuana que es, a todas luces, un alucinógeno menos dañino que el cigarrillo. ¡En Chile todavía la mujer gana menos que el hombre por el mismo trabajo!

Y esto no se trata de convertir a todos al socialismo. En Canadá y en la mayoría de los países desarrollados de Europa, la salud y la educación públicas son de lujo, y son prácticamente gratuitas. Son socialistas, sí, pero lo son porque la salud y la educación son derechos básicos... para qué hablar del agua, la energía, etc. Y en dichos países el gobierno no se opone a estos "servicios socialistas", porque el pueblo los considera justos independientemente de la tendencia política, los considera un derecho de todos, no de los pocos que tienen plata y suerte. El carácter socialista de estos derechos no se cuestiona por ninguna tendencia, no es un tema a discusión, es una cuetión de principios globales.

Y Chile está en pleno camino al desarrollo, no hay que olvidarlo. Esperemos que se vea mayoritariamente influenciado por Canadá y Europa, más que por los capitalistas estadounidenses que no tiene corazón y que sienten por el bolsillo.

Y yo, en particular, deseo para el Chile de veinticinco años más la nacionalización del cobre, del agua y de la energía eléctrica... y la inscripción automática y el voto voluntario. Y que a los profes les paguen mejor, y que les exijan más... y que sean efectivamente mejores, que su profesión sea valorada.

En el Chile que soñamos para veinticinco años más todos se pelearán por matricular a sus hijos en las escuelas fiscales y atenderse en los hospitales públicos, y ese día el agua será de todos y las elecciones se ganarán por mayoría, y los vicios serán más caros y las necesidades más saciables.

Ahora con convicción (para darle impulso a la cosa, digo yo). El Chile de veinticinco años más será un Chile desarrollador de tecnologías, un chile generador de conocimiento, un Chile tecnológico, un Chile menos burocrático. Un Chile manufacturero y no un exportador de materias primas. El Chile de veinticinco años más será un Chile desarrollado.

En fin, esto no pretende transformarse en una crítica al país actual ni en una enumeración de sueños (porque soñar no cuesta nada, ¿no?)... lo que pretendo es transmitir que, en veinticinco años más, los sueños de hoy ya no los que soñemos mañana... parece natural decir esto, casi obvio, pero no lo es, no del todo. Intentemos imaginar con los pies en la tierra cómo será el Chile que soñaremos en veinte o veinticinco años más.

Y me atrevo a aventurar un par de cosas. Creo que, para entonces, el Chile que soñaremos será un Chile más limpio (entiéndase menos contaminado), más sustentable, más ecológicamente responsable, con mayor biodiversidad... un Chile más energéticamente potente, un Chile menos discriminador (a una escala refinada).

Y si la mayoría somos capaces al menos de evocar un Chile que soñaremos en veinticinco años, y lo evocamos más ecológicamente responsable, con menos delincuencia, ¿por qué cresta seguimos construyendo centrales como las que construían en los países desarrollados en los años 40'? Seguimos construyendo cárceles, y estacionamientos subterráneos en las ciudades...y en Europa siguen cerrando cárceles y craneando soluciones para descontaminar/descongestionar las grandes ciudades (peajes, elevados "parquímetros", combustibles carísimos respecto a pasajes de locomoción colectiva).

Hace más de quince años una profesora me enseñó la importancia de estudiar la historia -Estudiamos historia para no volver a cometer los errores del pasado-. Sin embargo, hoy me parece que no lo practicamos.

Y se me vienen a la memoria las palabras de Bolívar -¡Déjennos (a los latinoamericanos) vivir nuestra Edad Media tranquilos, carajo!-. Ante lo que aclaro: mi crítica no es a mi Chile actual por no ser desarrollado; es a los incompetentes egoístas que no son capaces de proyectarse y que privatizaron el agua y la educación, privatización que dentro de diez años (¡tengo fe!) querremos liquidar.

Cuando tomemos decisiones, proyectémonos, por favor. Sentémonos a pensar en las condiciones de hoy y las del mañana. Cotejemos lo que es factible hoy con lo que será plausible mañana. Y, por favor, dejémos nuestro egoísmo de lado y pensemos en los demás... pensemos en los más débiles, los más humildes, los más necesitados, en las futuras generaciones.

Adelante, con todas las fuerzas de la historia.


Carla, la socialista, la visionaria, la ecológicamente comprometida.

domingo, 3 de enero de 2010

Del amor y otros milagros

[El título es un nanohomenaje a García Márquez, mi escritor favorito.]


[Este trozo se refiere al amor de pareja. Podría decirse que me referiero al amor (te amo) y no al cariño (te quiero). Notar que en inglés es una sola palabra: love.]

Encontrar a tu compañer@, amarl@, casarte. Difícil. Acá desvaríos, nada más que desvaríos atingentes al tema.

Puede ser que te enamores de una persona ideal y que cumple todas, todas-todas tus expectativas. Genial. También puede ser que eso no se dé. En ese caso, ¿esperar porque Dios tiene a alguien ideal para ti, tu media naranja perfecta?

Una sabia amiga dijo una vez a alguien cercano -Dios no te pondrá en una situación tan difícil. Él no te pide que reconozcas en todo el universo a la única persona designada para ti-.

Y está lo que dijo Felipe Berríos alguna vez -Atrévanse a hacer realidad a esa persona ideal que siempre soñaron. Aterricen ese ideal que no existe y que continúan buscando. Háganlo realidad, atrévanse a aceptarlo con sus defectos y virtudes-.

Con todo, lo más sensato me parece creer que, en efecto, Dios no tiene una única persona ideal para mí en algún lugar del universo, que han de existir varias alternativas. A lo mejor me equivoco, claro está.

Yo soy de las que no creían en relaciones. Jamás encontraría el hombre ideal del cual creía que me enamoraría. Para ser franca yo esperaba un Che-Guevara, un Miguel Enriquez. No encontré a ese que buscaba, pero fui bendecida con uno mejor (y sí, en particular, estoy enamorada). Uno para quien el amor, el amor verdadero por todo y por todos es lo primero en la vida. Uno justo, uno sabio, uno consecuente. Mi hombre es un idealista. No es un extrovertido y pomposo orador... pero su corazón es un pacifista, un justiciero. Sus huesos no son rojos, y no es fiel a una mera convicción, como a veces tiendo a serlo. Es un hombre que lucha por lo que está más al fondo, y en el fondo de todos los ideales que tiene y que tengo está el amor...

Y me atreví. Me atreví a no encontrar eso que pensé que no buscaba porque no existía. Me atreví a aceptar ese ideal que no existía y hacerlo real. No es fácil. Nadie es perfecto, ni él, ni yo. Pero, en medio de todo, estamos nosotros... que nos amamos, que seguimos a Jesús. Y sí, es difícil adaptarse, aceptarse. Es difícil enfrentar cuando ese enamoramiento que enciende las extrañas evoluciona a algo diferente... y ese enamoramiento-apasionadamente-loco dura poco, contra nuestra voluntad. A nosotros nos costó, y más porque nuestras culturas familiares son tan diferentes, sin embargo, como si fuese una fantasía hecha realidad, lo logramos... porque cuando hay un mero problema recordamos, por sobretodo, cuánto nos amamos.

Lo que sí creo es que, para casarse, hay que enamorarse. No me refiero a eso loco del principio. Me refiero a decidir amar, enamorarse es decidir amar y asumir la realidad. Yo misma conozco un par de personas que están casadas y se aman infinitamente. No me parece que al principio, cuando recién se conocieron, hubiesen estado enamorados hasta "los pies", pero sí me parece que hubo una decisión de por medio, ¡y resultó de lujo!

El problema es cuando ya estás enamorado, enamoradísimo. Y tomas la decisión y te casas pensando, como yo, que nadie en el mundo puede ser más perfecto para mí que Marcelo. Y construyes. Y luego aparece alguien más. Otro mejor, otro más ideal... pues en ese caso creo que hay que parar dos segundos a pensar. El enamoramiento es pasajero, el amor se demuestra con el tiempo. Yo no tomaría decisiones apresuradas por sentirme enamorada... es pasajero, hay que recordar.

El dilema anterior es mucho más grande cuando no te has enamorado nunca, ¿acaso por un infortunio de la vida uno está condenado a no amar verdaderamente nunca? Me explico. Te casaste con alguien que te gustaba sobremanera y decidiste amar... o sea, nunca te enamoraste y luego aparece la persona "ideal", una mucho más perfecta para ti que tu elección anterior...

Y también está el dilema de cuánto esperar a "alguien". Situándonos en mi mundo, un mundo de cristianos (entiéndase abstinentes). ¡Para qué estamos con cosas! Siempre es mejor entregarse, amarse, más joven. Bueno, pero esto es "vanidad" al lado de lo relevante de la decisión, ¿no?

A veces pienso que Dios nos bendice a todos de maneras distintas en esta "lotería" de la vida. A algunos da mayor inteligencia, a otros ternura, a algunos enfermedades, a otros dinero, o bien logros, a veces tristezas. Puede ser que a algunos les toquen mejores amores que otros, ¡no podemos ser tan afortunados/desafortunados todos!, ¿no?

No creo que necesariamente haya que estar enamorado para iniciar relaciones. Ni creo que haya que iniciar relaciones solamente con personas que cumplan requisitos para ser tu compañer@ de vida. Lo que creo es que al establecer relaciones se conocen personas. A lo mejor no te tocó enamorarte como loco al principio, quién sabe.

Yo creo que Dios nos habla. Yo creo que Dios está en nuestros corazones. Él, si se lo pides, te guía. A lo mejor no nos toca a todos el premio en "la lotería del amor", pero siempre quiere lo mejor para nosotros. Hay compañeros para todos, creo yo. No los ideales, los que estamos dispuestos a hacer realidad.

Bueno, al final de todo creo que tengo claras tres cosas:

1.- No hay personas ideales, hay personas reales.
2.- Para casarse, hay que casarse enamorado (a primera vista o por decisión, who cares).
3.- Decir te amo y demostrarlo me tomará toda una vida.

Raya para la suma. Soy una suertuda, una afortunada, una bendecida. Ya no busco más, como dice Marcelo. Ahora, desde hace cuatro años, construyo.

Me tocó "la lotería del amor a favor". Entonces, no es suerte, es bendición.


Yo.