miércoles, 5 de mayo de 2010

El mal-sueño de mi juventud

["No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo..."

Extracto poema "No te salves",
de Mario Benedetti]


El sueño es permanente, se repite, no se va. Me despierto en mi cama, la misma cama de siempre en la misma pieza de siempre. Me siento descansada. Todo es como siempre. La vida es bastante afortunada; hay amor, hay caricias, hay ternuras y no falta la codiciada guita. Los días son distintos; días buenos, días malos. Y yo contenta y yo desdichada. Yo alegre, yo pensativa, yo triste, yo melancólica, yo motivada.

Y al final del día me espera el despertar. Despertar de esa pesadilla asquerosa. Asquerosa, sí; indigna, infame, egoísta. Ese vivir que no es mi vivir, no, no, no es. Entonces espero que el sueño se acabe y se abre el mundo nuevo. El que debería ser real. El mundo solidario, el mundo inclusivo, el mundo justo. En ese quiero vivir y que no soy capaz de construir. Ese en el que me atrevería, ese por el que lucharía pero por el que no lucho.

Dame, Dios, las alas, las fuerzas y el impulso. Yo pongo las ganas, y las manos y el corazón. Dame tu solpo de vida; nada más habré de necesitar.


Carla.

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