Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:
un tiempo para nacer,
y un tiempo para morir;
un tiempo para plantar,
y un tiempo para cosechar;
un tiempo para matar,
y un tiempo para sanar;
un tiempo para destruir,
y un tiempo para construir;
un tiempo para llorar,
y un tiempo para reír;
un tiempo para estar de luto,
y un tiempo para saltar de gusto;
un tiempo para esparcir piedras,
y un tiempo para recogerlas;
un tiempo para abrazarse,
y un tiempo para despedirse;
un tiempo para intentar,
y un tiempo para desistir;
un tiempo para guardar,
y un tiempo para desechar;
un tiempo para rasgar,
y un tiempo para coser;
un tiempo para callar,
y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar,
y un tiempo para odiar;
un tiempo para la guerra,
y un tiempo para la paz.
Libro Eclesiastés, de Dios.
jueves, 6 de mayo de 2010
miércoles, 5 de mayo de 2010
El mal-sueño de mi juventud
["No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo..."
Extracto poema "No te salves",
de Mario Benedetti]
El sueño es permanente, se repite, no se va. Me despierto en mi cama, la misma cama de siempre en la misma pieza de siempre. Me siento descansada. Todo es como siempre. La vida es bastante afortunada; hay amor, hay caricias, hay ternuras y no falta la codiciada guita. Los días son distintos; días buenos, días malos. Y yo contenta y yo desdichada. Yo alegre, yo pensativa, yo triste, yo melancólica, yo motivada.
Y al final del día me espera el despertar. Despertar de esa pesadilla asquerosa. Asquerosa, sí; indigna, infame, egoísta. Ese vivir que no es mi vivir, no, no, no es. Entonces espero que el sueño se acabe y se abre el mundo nuevo. El que debería ser real. El mundo solidario, el mundo inclusivo, el mundo justo. En ese quiero vivir y que no soy capaz de construir. Ese en el que me atrevería, ese por el que lucharía pero por el que no lucho.
Dame, Dios, las alas, las fuerzas y el impulso. Yo pongo las ganas, y las manos y el corazón. Dame tu solpo de vida; nada más habré de necesitar.
Carla.
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo..."
Extracto poema "No te salves",
de Mario Benedetti]
El sueño es permanente, se repite, no se va. Me despierto en mi cama, la misma cama de siempre en la misma pieza de siempre. Me siento descansada. Todo es como siempre. La vida es bastante afortunada; hay amor, hay caricias, hay ternuras y no falta la codiciada guita. Los días son distintos; días buenos, días malos. Y yo contenta y yo desdichada. Yo alegre, yo pensativa, yo triste, yo melancólica, yo motivada.
Y al final del día me espera el despertar. Despertar de esa pesadilla asquerosa. Asquerosa, sí; indigna, infame, egoísta. Ese vivir que no es mi vivir, no, no, no es. Entonces espero que el sueño se acabe y se abre el mundo nuevo. El que debería ser real. El mundo solidario, el mundo inclusivo, el mundo justo. En ese quiero vivir y que no soy capaz de construir. Ese en el que me atrevería, ese por el que lucharía pero por el que no lucho.
Dame, Dios, las alas, las fuerzas y el impulso. Yo pongo las ganas, y las manos y el corazón. Dame tu solpo de vida; nada más habré de necesitar.
Carla.
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