"El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Es su consecuencia."
Galeano dice de su obra:
"Uno escribe para tratar de responder a las preguntas que le zumban en la cabeza, moscas tenaces que perturban el sueño, y lo que uno escribe puede cobrar sentido colectivo cuando de alguna manera coincide con la necesidad social de respuesta. Escribí Las venas para difundir ideas ajenas y experiencias propias que quizás ayuden un poquito, en su realista medida, a despejar las interrogantes que nos persiguen desde siempre: ¿Es América Latina una región del mundo condenada a la humillación y a la pobreza? ¿Condenada por quién? ¿Culpa de Dios, culpa de la naturaleza? ¿El clima agobiante, las razas inferiores? ¿La religión, las costumbres? ¿No será la desgracia un producto de la historia, hecha por los hombres y que por los hombres puede, por lo tanto, ser deshecha?
La veneración por el pasado me pareció siempre reaccionaria. La derecha elige el pasado porque prefiere a los muertos: mundo quieto, tiempo quieto. Los poderosos, que legitiman sus privilegios por la herencia, cultivan la nostalgia. Se estudia historia como se visita un museo; y esa colección de momias es una estafa. Nos mienten el pasado como nos mienten el presente: enmascaran la realidad. Se obliga al oprimido a que haga suya una memoria fabricada por el opresor, ajena, disecada, estéril. Así se resignará a vivir una vida que no es la suya como si fuera la única posible.
En Las venas, el pasado aparece siempre convocado por el presente, como memoria viva del tiempo nuestro. Este libro es una búsqueda de las claves de la historia pasada que contribuyen a explicar el tiempo presente, que también hace historia, a partir de la base de que la primera condición para cambiar la realidad consiste en conocerla. No se ofrece, aquí, un catálogo de héroes vestidos como para un baile de disfraz, que al morir en batalla pronuncian solemnes frases larguísimas, sino que se indagan el sonido y la huella de los pasos multitudinarios que presienten nuestros andares de ahora. Las venas provine de la realidad, pero también de otros libros, mejores que éste, que nos han ayudad a conocer qué somos, para saber qué podemos ser, y que nos han permitido averiguar de dónde venimos para mejor adivinar a dónde vamos. Esa realidad y esos libros muestran que el subdesarrollo latinoamericano es una consecuencia del desarrollo ajeno, que los latinoamericanos somos pobres porque es rico el suelo que pisamos y que los lugares privilegiados por la naturaleza han sido malditos por la historia. En este mundo nuestro, mundo de centros poderosos y suburbios sometidos, no hay riqueza que no resulte, por lo menos, sospechosa".
Y nos deja en ella estas palabras:
"El actual proceso de integración no nos encuentra con nuestro origen ni nos aproxima a nuestras metas. Ya Bolívar había afirmado, certera profecía, que los Estados Unidos parecían destinados por la Providencia para plagar América de miserias en nombre de la libertad. No han de ser la General Motors ni la IBM las que tendrán la gentileza de levantar, en lugar de nosotros, las viejas banderas de unidad y emancipación caídas en la pelea, ni han de ser los traidores contemporáneos quienes realicen, hoy, la redención de los héroes ayer traicionados. Es mucha la podredumbre para arrojar al fondo del mar en el camino de la reconstrucción de América Latina. Los despojados, los humillados, los malditos tienen, ellos sí, en sus manos, la tarea. La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social: para que América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar a derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres".
todo parace más feo // tras tanta barricada y tras tanto puño en alto
y tanta sangre derramada, al final de la partida, no pudisteis hacer nada //
pero tiene que llover, aún sigue sucia la plaza...
El peso de la historia me hace pensar tantas veces que no hay esperanza, que estamos condenados a extinguirnos, que nada podría cambiar.
Pero entonces recuerdo el día en que me afilié a la causa de Hopenhagen en http://www.hopenhagen.org/. Me preguntaron qué me daba esperanza. Lo pensé, y creo que sin duda "love gives me hope"... pero no cualquier amor, el del Almighty, el de Jesús.
Y es así como el escenario se revierte. Por eso diré como Miguel: ¡Adelante, adelante, con todas las fuerzas de la historia!
Alguien podría pensar que se contradice el amor con la "lucha" (que perfectamente podría ser una lucha pacífica, como la revolución de Gandhi, que es revolución al fin), entonces yo me cuelgo de las palabras del Che y digo: "Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor..."
Carla.